Historia Swinger 

Noche de Boda

 

Asistimos a la boda de una compañera de la empresa de mi mujer, una treintañera que creyó encontrar su destino con un neoyuppie de los que hoy abundan. La fiesta era en un lujoso hotel de la zona más exclusiva de la ciudad y desde luego como siempre sucede asiste completa la familia de uno y otro, que son la mayoría de la concurrencia, también algunos compañeros del trabajo con sus parejas y una que otra amiga que aún permanece soltera y acude a ver que pesca esta vez. La fiesta trascurría como todas las fiestas de bodas y nosotros, que nos sentábamos en una de las mesas más alejadas del centro del salón empezábamos a aburrirnos como sucede en estos casos. La orquesta iniciaba una ronda más, ésta vez con música de las grandes bandas y al sonar las primeros acordes de Blue Moon, salimos a bailar. En la pista, los novios al centro y sus hermanos, primos, tíos y demás parentela los agobiaban queriendo hacer notar su asistencia y demostrar lo contentos que estaban por el matrimonio. Bailábamos muy lentamente y en un momento me atreví a bajar la mano para abarcarle el trasero a mi mujer, esperando que nadie lo notara, ya que todos estaban atentos al alboroto en el centro de la pista, o casi todos, como me percataría mas tarde. Brianda iba muy elegante como correspondía a la ocasión, pero sin ningún exceso, con cierta distinguida austeridad, por ser alta, delgada y de piernas muy largas y por cierto bien torneadas, siempre lucía muy bien los atrevidos modelitos que solía conseguir en sus intensas expediciones - al shopping profundo- previas a una ceremonia a la que hubiéramos sido invitados. Lucía un vestido de seda italiana negro, con escotes bien pronunciados en el frente y la espalda, que quedaba medio cubierta por una especie de bufanda larga y vaporosa, pero que no lograba distraer la atención del pronunciado final del escote de la espalda casi hasta el inicio de las caderas. En el cuello lucía un discreto hilo de perlas naturales, con ese toque de pátina amarillenta que adquieren las buenas perlas. Y desde luego, pero eso sólo yo lo sabía, ella estrenaba ropa interior de encaje negro, liguero y medias de seda que realzaban lo bien torneado de sus piernas. Continuamos bailando, la orquesta tocaba viejas piezas a la manera de Duke Ellington. Y entonces tocaron Summertime. Al terminar la pieza, nuestros aparentemente casuales vecinos en la pista, nos pidieron un klennex, por alguna molestia que ella sentía en su ojo, una pestaña o algo así, yo traía un pañuelo de algodón en el bolsillo y se lo ofrecí, eran una pareja ya bien entrada en los treintas, o quizá más, con muy buen porte y al observarla más pausadamente concluí que ella era guapísima. Al regresarme el pañuelo nos invitaron a tomar un trago en su mesa y desde luego aceptamos. ¾Esto se está poniendo aburrido ¾afirmó ella mientras nos servían los vasos. ¾Así son las bodas, sobre todo cuando no eres de la familia ¾contestó mi mujer, con cierto aire de festiva resignación. Ellos -Sean y Verónica- fueron invitados por el papá del novio. Él es un alto ejecutivo en su empresa, Ella, se dedica al diseño industrial, empaques y envases ¾desde perfumes hasta chiles ¾precisó, terminando de presentarse. ¾Nosotros vinimos por Nicole, la novia, trabajamos en la misma área de la compañía, de exportaciones. Somos Olmo y Brianda, Él es médico ¾nos presentó mi mujer. Estuvimos platicando un rato más y en cierto momento la conversación giró acerca de los buenos whiskies de malta, gusto que ambos esposos compartíamos y Sean propuso: ¾En el piso 17 de este hotel hay un muy agradable bar muy "Brittish" que se especializa en whiskies, los invitamos a tomar uno. ¾Van a notar que nos salimos ¾contestó Elia a manera de tácita aceptación. ¾ En la primera oportunidad de escaparnos nos vamos, ya luego regresaremos a despedirnos ¾advirtió Verónica. ¾¿Vamos al tocador? ¾Le preguntó a Brianda. Se levantaron y salieron, ustedes saben que una mujer, por algún extraño misterio, nunca va sola al tocador. Entretanto, Sean y yo continuamos conversando sobre asuntos triviales, preferencias gastronómicas, turismo, nada importante. En el tocador, quedaron solas y Verónica dijo sentir de nuevo la molestia en su ojo y le pidió a mi mujer que por favor se fijara que tenía dentro, se acercaron a una luz y en la maniobra quedaron extremadamente cerca una de la otra, Verónica pegó sus piernas al cuerpo de Brianda en un movimiento directo pero muy discreto, como midiendo una respuesta, Brianda no separó su cuerpo, al ver esto Verónica, pretextando un repentino dolor en el ojo la tomó de la cintura con ambas manos, manteniéndola así por un instante, al no percibir rechazo, la atrajo hasta que ambos cuerpos quedaron en contacto estrecho y acercó su boca para darle un beso muy suave en los labios, que Brianda contestó tímidamente, esto excitó a Verónica quien ahora sin ningún recato pero con delicadeza, deslizó su mano bajo el vestido de Brianda y jugando con el borde su panty le tocó el sexo y sintió una leve humedad. Ambas sentían la acelerada respiración de la otra. Brianda, abarcando con sus manos el gran trasero de Verónica lo atenazó firmemente atrayéndolo hacia ella. Escucharon que llegaban unas mujeres y como si todo estuviera dentro de lo normal, se arreglaron las ropas, se aplicaron maquillaje y al salir entrelazaron sus manos. Caminaron muy lentamente hacia la mesa, en un coloquio muy personal, retrasando su arribo el mayor tiempo posible. Al verlas llegar, nosotros pretendíamos salir para el bar del piso 17, pero ellas sin ninguna prisa se sentaron. Entonces Verónica informó a Sean ¾ Cariño, Ellos también gustan de jugar en la cama ¾Y Sean respondió con expresión de: te lo dije ¾ Lo deseamos desde que les vimos ¾y agregó ¾ Entonces, ¿porqué mejor no vamos a casa? ¾Preguntó, dijeron que vivían cerca de ahí y podríamos estar solos, sin interrupciones. Su hija adolescente había salido de fin de semana. Le pregunté a Brianda si ella quería ir y asintió con una sonrisa de travesura, salimos discretamente de la fiesta, y al llegar a los autos, Verónica propuso que Brianda fuera con Sean y ella conmigo, Idea que fue rápidamente aceptada por Ella. Llegamos a su casa, se abrió el portón eléctrico y entramos con los autos, noté al mirar al frente que Sean y Brianda no bajaban y estaban liados en tremendo beso, Verónica me veía como divertida y me pasó la mano por el pelo, la atraje hacia mí y nos besamos, ella bajó su mano a mi pantalón que ya resultaba insuficiente y yo exploré sus piernas hasta el pubis, así estábamos cuando escuchamos que las puertas del otro auto se cerraban, estaban bajando y al mirar a Brianda pude ver como guardaba sus pequeñas pantaletas en el bolso de mano. Bajamos y nos instalamos en una estancia muy acogedora con luz indirecta, de las bocinas ocultas, salían las suaves notas del piano de Ketih Jarrett como música de fondo, nos servimos por fin el whisky que había sido el pretexto original, Sean y Brianda se apoltronaron en un sofá muy amplio al fondo, Vero y Yo en una especie de otomana color hueso, muy cómoda. Hablamos de esto y aquello y nos confesaron que nos habían visto llegar a la fiesta y comentaron lo bien que se veía mi mujer y Vero apuntó haber dicho que él no estaba del todo mal y que cuando nos vieron salir a bailar ya se habían propuesto abordarnos y ver que respuesta obtenían, se decidieron cuando vieron mi mano en el trasero de Brianda. Ella nos contó que cuando Vero se la cachondeó en el tocador, se puso hiper excitada porque no sabía que iba a pasar ahí, y que para entonces, ella estaba dispuesta a todo lo que viniera. Yo sólo dije que era una muy agradable sorpresa. Vero fue pegándose poco a poco a mí y empecé por acariciarla, luego besé sus piernas y le saqué o más bien le ayudé a sacarse el vestido, entonces quitándole el sostén, liberé esos hermosos pechos grandes y aún firmes y fue una delicia sin par, sacarle las pantaletas y ver en toda su dimensión el hermoso trasero. Cuando volteé al fondo, Brianda completamente desnuda, sólo conservaba el liguero y las medias, lo que hacía resaltar aún más la tersa blancura de su piel, con la cabeza de Sean entre sus piernas, tenía los ojos cerrados y una expresión casi gloriosa, por lo que no me quedaba sino emularlo con Verónica. Al escuchar las prolongadas oleadas de gemidos de Brianda y Verónica al venirse, descubrimos que las dos eran multiorgásmicas. Se notaba que eran verdaderos expertos en estos asuntos, todo se hacía sin prisas, con delicadeza, como a nosotros nos agrada. Reposamos un rato y Vero preguntó si pasábamos a la cama los cuatro, Sin dar tiempo a otra respuesta Brianda dijo que primero cada pareja en un cuarto, con Sean se fueron a un cuarto contiguo y nosotros fuimos a la planta alta. Tuvimos un buen rato de sexo muy rico y al estar descansando vimos a Brianda y Sean llegar a la cama pidiendo que les hiciéramos un lugarcito, se acomodaron y los hombres quedamos en los extremos, de forma que ellas se volvieron a encontrar, Brianda le dijo que qué bárbara qué su marido cogía riquísimo y devolviéndole el cumplido Vero le tomó la mano y la puso en su sexo para mostrarle lo mojada que yo la había dejado. Brianda entonces tomó la iniciativa apretando delicadamente los pechos de Vero, pellizcando suavemente sus rosados pezones y arrancándole unos suspiritos muy cachondos. Manos, piernas y lenguas estaban en plena actividad y se podía ver cómo los dedos se perdían en las profundidades del placer de las dos. Se besaban con pasión y hasta con voracidad, Brianda tomó con sus manos las nalgas de Vero y la pegó a su pubis, ella, ya sin freno, gemía y gritaba pidiendo más y más, entonces guió la cabeza de Brianda hasta su sexo y ella se lo comió, luego regresó la cortesía y Brianda casi pierde el sentido. Sean y Yo participábamos acariciándolas y besándolas pero toda la acción era entre ellas dos, hasta que tuvieron otro orgasmo y entonces Brianda de espaldas a Sean, abrió las piernas buscando que él la penetrara, entretanto Yo me subí en Vero, que estaba tendida boca arriba y aprovechando mi erección me fui a fondo. En la cambiante geografía de los cuerpos, la cartografía perdía sentido, todo era activa geometría irregular, ángulos curvos, parábolas inversas, cimas y abismos; en un momento Brianda a gatas y Sean penetrándola con fuertes embates y ella empujando hacia atrás su trasero, hasta escuchar el sordo estertor victorioso del hombre; al siguiente, Vero montada a horcajadas sobre mí, con un rítmico pero intenso balanceo que logró hacerme explotar al ver en su cara ese gesto de ansiedad y de inconciencia de placer en el momento del clímax. Después de un rato, extenuados, todos nos fuimos a tomar un baño. Al terminar, en una actitud muy cariñosa, Vero se dispuso a secar a Brianda con la toalla, mientras las dos se tocaban aquí y allá y se daban amables y tiernos besos en la boca, en los pezones, en el sexo, en la espalda, llegando casi al punto de empezar de nuevo, pero ya era tarde, casi amanecía. Nosotros nos vestimos y ellos en bata, salieron al auto a despedirnos. Brianda le dio un tierno beso a Vero, intercambiaron los números de celular y quedaron de llamarse para "hacer algo" otro día. SEMS.

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